MANUEL IBARRA SANTOS.
Con toda la fuerza del Estado Mexicano y la asistencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, en un hecho cultural sin precedentes, fue celebrado el pasado día 19 de este mes, en la ciudad de Jerez, el centenario de la muerte, de Ramón López Velarde, “El Poeta Nacional”, el precursor de la poesía moderna en nuestro país y quien, con su excepcional obra literaria, dio sentido de identidad a nuestra Patria.
A los festejos se sumó el Congreso de la Unión y por iniciativa del zacatecano Ricardo Monreal, fue colocado en letras de oro el nombre de López Velarde, en el salón de plenos de la Cámara de Senadores.
El mérito no es menor. Con su profunda, íntima y perfeccionista obra literaria, el Bardo Jerezano demostró, a inicios del siglo XX y posterior al movimiento de la Revolución de 1910, que la palabra transformada en poesía y arte, es la más extraordinaria herramienta para cincelar el rostro de grandeza de la Nación.
La monumental obra literaria de López Velarde, que se encuentra insospechadamente intacta y vigente a un siglo de su muerte, nos deja claro que la palabra es la Patria y que la lengua es destino y origen de los seres humanos y de la sociedad.
La meta/narrativa que con el tiempo se hace de la producción literaria de López Velarde nos reseña que el valor y uso correcto de la palabra convertida en arte poético, es la mejor manera de trazar el horizonte del porvenir de un pueblo.
Resulta desde esa perspectiva inequívoca y acertada, la posición histórica del presidente López Obrador, quien sorprendió gratamente con su brillante alocución crítica, al calificar a Ramón López Velarde, “como un grande de la literatura y de la cultura mexicana, no sólo por su poesía, sino también por su convencida participación en la defensa de las causas democráticas maderistas”, que contribuyeron a definir la identidad de la Patria.
Todos coinciden en que, con López Velarde, el siglo XX mexicano contempla, sin duda, a su primer gran maestro en el arte de pensar a la literatura con verso de corte sincerista.
Es el precursor, junto con José Juan Tablada, de la poesía moderna. Sin embargo, para los antropólogos bien puede representar a un promotor de una singular sociología literaria o de una literatura sociológica.
En sus obras poéticas producidas en vida (Sangre Devota y Zozobra), así como en sus publicaciones póstumas (El Minutero, El Son del Corazón y Don Febrero), Ramón López Velarde nos acerca a su visión de la modernidad, de la religión, de la vida, de la muerte, de la provincia y de la Patria, pero también nos prodiga con su concepción estética y ética, de la política y de la riqueza nacional.
Ramón López Velarde con su obra literaria nos aleja del catecismo de las ilusiones y anticipa en ella que la riqueza de la Nación mal manejada puede transformarse “en los veneros del petróleo el diablo”.
Por eso, simultáneamente, nos acerca a la contradicción representada por la máquina y el rosario, de la lujuria librepensadora y la castidad pueblerina y aldeana, de la remota Francia a la asfixiante Zacatecas.
Apostó López Velarde por la contradicción entre México y el mundo moderno, entre el mexicano parroquial y el ideal europeo del Dandi urbano y artificial por excelencia.
Nos delineó con trozos de palabras, de versos y prosas, en textos de insospechada emoción y racionalidad, la realidad de un tiempo dominada por los conflictos y la revuelta, en una época marcada por las incertidumbres
Su obra literaria monumental contiene una posición estética, antropológica, pero también moral y ética, de ese momento histórico que vivía México.
A cien años de su muerte, la obra poética de López Velarde se encuentra vigente, trazando como ayer, el rostro actual de la identidad de la Patria.
LA SUAVE PATRIA Y LA EDUCACIÓN DEL SENTIMIENTO.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, invitado especial por el presidente López Obrador a la ceremonia del centenario de la muerte del Bardo Jerezano fue certero en su comentario al señalar que Ramón López Velarde es un excelso promotor de “la educación sentimental del pueblo”.
Y si, tiene razón, debido a que a la obra poética de López Velarde y sus valores han sido parte central del corazón de la educación cívica y moral de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de ayer y hoy.
Eso nos recuerda la responsabilidad que el Estado mexicano tiene, a fin de educar en los valores cívicos y éticos a las nuevas generaciones, para que la Patria se fortalezca desde el corazón y las entrañas de su moral colectiva.
La difusión colectiva de su monumental poema de La Suave Patria (1921), a eso deberá contribuir.
Y su exquisito ensayo poético en prosa de la Novedad de la Patria, nos concita a conocer el perfil de nuestra Nación “Castellana y morisca, rayada de azteca”.
EL ROSTRO DE LA PATRIA.
La obra poética de Ramón López Velarde ha contribuido a cincelar el rostro de identidad de la Patria, mediante el uso correcto de la palabra, al nivel del arte. Ese es su aporte trascendente.